30 may 2011

POLÍTICA, MEDIOS E INTELECTUALES

Beatriz Sarlo y la tilinguería ilustrada (*)

Algunas impresiones acerca del reciente debate que la pensadora orgánica de la derecha argentina protagonizó en 6,7,8; el programa político de mayor repercusión de la TV local, que emite el canal público.


Por Víctor Ego Ducrot


El programa 6,7,8 del martes 24 de mayo constató que la televisión pública es la única que está a la altura de las circunstancias contemporáneas; posibilitando un debate que los medios de la corporación hegemónica suelen negar, siempre tan aplicados a la banalización de la agenda y a esa obsesión que los persigue, que es erigirse como mascarón de proa de los discursos contra el gobierno nacional. Lástima que una de las invitadas, si se quiere la “estrella” de la noche, la crítica literaria Beatriz Sarlo, nos privó de sus tantas veces reconocida capacidad de análisis.


Fue Gabriel Mariotto, titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) y también participante de la mesa, el encargado de dejar en claro, y muy temprano, que Sarlo abandonó sus talentos originales para ubicarse en la extraña lógica de quien pretende darle envergadura epistemológica a lo que simplemente es tilinguería (quizá ilustrada, es cierto); y Sarlo saltó indignada, como una de esas malas maestras de escuela que señalan con el dedo y pretenden castigar a quien desde el aula le señala un error grosero.


¡No seas insolente! le dijo a Mariotto cuando éste, académico de la comunicación y militante político, aludió a la posibilidad de cierta duda: si es el Grupo Clarín el que le baja línea o escribe los libretos para Sarlo, o es ella quien alimenta las usinas discursivas de los medios hegemónicos. El dedito enojado de la crítica literaria apuntó a Mariotto, pero no hay índices ni anulares que puedan encubrir algunas sugerencias demostrables, si me permiten volver a algunos datos que utilice en mi columna de miércoles pasado.


Susana Viau (Clarín) caracterizó a los acontecimientos que derivaron en la designación de la fórmula Filmus-Tomada para las elecciones porteñas como “un juego de espejos: lo que se presentaba como campaña para ganar el voto de la gente había sido, en realidad, un costosísimo casting”. Joaquín Morales Solá (La Nación) intentó instalar, sin fuentes que lo avalen, supuestas sombras personales en el futuro de Cristina. Escribió “sólo un problema de salud que hoy no existe podría bajarla de la candidatura presidencial, dijo un influyente funcionario”, y luego, sin ruborizarse ante su despropósito conceptual y desmesura, espetó que “la escenografía de la noche del viernes, en la que tres hombres desorientados fueron a Olivos a inclinarse ante un destino que desconocían, fue propia de las monarquías previas a la Ilustración”.


El texto de Clarín reconoció la línea de pensamiento que Sarlo expresa en el subtítulo Casting del primer capítulo de su reciente libro, “La audacia y el cálculo. Kirchner 2003-2010” (Sudamericana, 2011): “También hoy la política funciona como un amplio estudio de casting. Por las antesalas y las salas, oficinas, baños y sucuchos de la casa de gobierno y de otras dependencias desfilan los actores” (pag. 27). El de La Nación se emparenta con el subtítulo Los cuerpos, del segundo capítulo: “Cristina Kirchner se viste tan en ese estilo como Mirtha Legrand. La Presidenta cultivó, hasta la muerte de su marido, la preferencia por lo vistoso, siempre en el borde de la exageración (…). El resultado es parecido al que ha buscado espontáneamente: en vez de una burguesa bien vestida parece una estrella en un almuerzo de Celebrityland” (pag. 45).


Difícil es asimilar que Sarlo recurra a semejantes despropósitos de tilinguería ilustrada si es que no se tiene en cuenta como probable el hecho de que haya abandonado su carrera académica para abrazar sin más las definiciones y métodos de los manuales y rutinas de técnicas periodísticas, pensados y escritos a medida de la prácticas mediáticas hegemónicas, con proposiciones tendientes a esconder la parcialidad, la toma de posición del medio y de los periodistas, detrás del disfraz de la objetividad como verdad universal, y al uso sistemático de un recurso eficaz: el disparo a repetición de afirmaciones sin fundamentos, cuando no directamente falsas o apiladas con otras ciertas, para concluir en forma capciosa.


Sarlo dijo: “cuando hablo de los políticos que manejan los medios, no hablo de los Kirchner”. Falso; en la ya citada página 45 de su último libro escribió sobre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que “…parece un< estrella en un almuerzo de Celebrityland”, una figura que ella usa para explicar, a su entender, la relación entre la política y los medios de comunicación.


Y en la página 82, al referirse al armado de la una red kirchnerista de entornos virtuales, considera que se trata más o menos de la versión actual de una tradición iniciada por Perón, quien “comprendió perfectamente (entre otras razones, por su experiencia de la década del treinta, cuando estuvo en Italia) que una política de masas no podía prescindir de los medios”. Una forma “sutil” de volver a la idea del peronismo como emanación fascista; a esa elucubración sólo le falta explicar las políticas distributivas del gobierno desde las profundidades intelectuales del “para qué vas a darle departamentos a los negros, si con el parqué hacen fuego para el asado”.


Una lástima haber perdido una crítica literaria formada por David Viñas para ganar una encubridora del periodismo hegemónico, lo que la lleva a afirmar sin sonrojarse que no le gustan los informes de 6,7,8; porque “la información está recortada”; como si no supiese que los medios desde los cuales ella le baja línea a la derecha -empresas de sospechados de delitos de lesa humanidad- también incurren en esas prácticas, como lo hacen, sí o sí, todas las formulaciones periodísticas, que tienen como función crear sentido desde el recorte de la realidad abordada (agenda), de las voces que utilizan (fuentes) y de los dispositivos de discurso que empelan.


Una lástima también que otros panelistas, acertados desde mi punto de vista en sus reflexiones teóricas, no hayan bajado a tierra y nominado con alusiones concretas a los sujetos y tópicos del debate, como sí lo hizo Mariotto, el único que le puso nombres y apellidos a los enunciados fantasmales. Y ojalá la producción de 6,7,8 tome nota de que a Beatriz Sarlo no le interesan las polémicas con el kirchnerismo; con inteligencia busca pista para salir del páramo de su soledad, un lugarcito bajo el sol. Que no sean la ingenuidad ni las complacencias corporativas las que le faciliten el trabajo. Ojalá.


(*) Artículo publicado por el director de APAS en el diario Tiempo Argentino del domingo 29 de mayo de 2011 (FUENTE: APM)