25 oct 2011

LA DERROTA DE CLARÍN

La derrota de Clarín

Los resultados electorales cristalizaron relaciones de fuerza, a la par que hundieron en la marginalidad el discurso calcado de las corporaciones que no se resignan al avance del estado de derecho y la democracia.

Por Lucas Carrasco

La conducción de la derecha económica radica en un núcleo corporativo dónde el Grupo Clarín como vocero venía quedando aislado, al igual que el plano político de la subordinada dirigencia de derecha, quedaron aisladas las expresiones más violentas, anti institucionales y anti republicanas. Algunas, ni siquiera llegaron a las urnas, como el caso emblemático de Cobos, otras recibieron un baño de realidad, como Carrió, y otras perduran en un estado psicótico que les impide ver la pendiente, como el caso de Duhalde.

El triunfo de Cristina, los porcentajes recibidos, el análisis de la totalidad de la jornada electoral, visualiza relaciones de fuerza dónde por un lado estáparado el proyecto nacional y popular que conduce la Presidente y enfrente el vacío que la derrota del discurso del Grupo Clarín y su renuncia a hacerse cargo, deja al desnudo. Esta renuncia a hacerse cargo de la conducción cuando todo fracasa, se nota y se nota mucho al ningunear las elecciones, humillar a los candidatos opositores y darles consejos contrafácticos de cómo podrían haber ganado, como si los pobres guarismos no fueran causa y consecuencia de haber seguido sin matices las tácticas y estrategias de esa misma conducción.

La derrota del mundo epistemológico antipolítico y reaccionario que construyó el Grupo Clarín no implica, para nada, que el incumplimiento de la legalidad, apañada en la extorsión a sectores opacos de Tribunales, deba continuar porque, como previsiblemente intentará imponer, ese mismo fracaso revela la inexistencia de un monopolio.

Existe monopolio, aún cuando el retorno de la política haya logrado derrotarlo, a través de las herramientas que desconoce esa conducción corporativa: las elecciones, al defensa de las instituciones, el mandato republicano y la soberanía popular.

Las claves del triunfo de Cristina abren el debate, ya no sólo al interior del amplio conglomerado que ella conduce, sino y por default de la derecha y cobardía de los voceros corporativos, abren más ampliamente ese debate hacia todo el espectro político, desatando una lucha política por condicionar el significado de ese triunfo. La táctica, desesperada, es el último manotazo de ahogado e implica, por la negativa, el reconocimiento de que es Cristina quien puede, en este momento histórico y sin ser neutral, representar los intereses de mayorías y resguardar los derechos y hacer cumplir los deberes de las minorías.