
Es historia: Papel Prensa, la verdad.
La Presidenta presentó hoy un informe pormenorizado del proceso de apropiación de las acciones del empresario David Graiver por parte de Clarín, La Nación y La Razón. Desde el extraño accidente del propietario de las acciones, pasando por la tortura de Lidia Papaleo de Graiver y el pacto monopólico.
La Presidenta hizo público un informe que realizaron los representantes del Estado en la empresa Papel Prensa, en conjunto con la Secretaría de Comercio Interior. Presentó la cronología de una apropiación ilegal, de una sindicalización monopólica ilegítima y de cómo tres empresas y luego dos controlaron, construyendo una mayoría, la empresa que proporciona el insumo base a los medios gráficos del país: el papel.
La empresa Papel Prensa S.A. surgió como proyecto durante la dictadura de Juan Carlos Onganía y se llamó a concurso internacional durante el paso por el Ministerio de Economía de Aldo Ferrer, en 1971, bajo el gobierno de facto de Agustín Lanusse.
Si bien la licitación se declaró desierta, decidieron avanzar con la única presentación que, según el gobierno de esa dictadura, se ajustaba a las formas de una oferta; era la que habían realizado en forma conjunta César Civita, César Doretti, Luis Rey y la empresa Editorial Abril S.A.
Así, Lanusse resolvió autorizar Papel Prensa para ese grupo de empresarios, para que instalen la fábrica de papel de diario sobre el río Paraná, en San Pedro, con una inversión de 62 millones de pesos y una capacidad de producción inicial de 105.600 toneladas por año.
En 1973, Civita y la Editorial Abril vendieron sus acciones en la empresa a David Graiver, un joven empresario argentino. De esa forma, quedaron en sus manos el 26 % de las acciones. Luego sería comprando acciones hasta 1976.
Dos años después, comenzó a recibir amenazas de la Asociación Anticomunista Argentina (AAA - triple A) por supuestas vinculaciones del grupo económico familiar con la organización política Montoneros. Por eso, Graiver se mudó a Estados Unidos.
Meses después del comienzo de la dictadura genocida de 1976, David Graiver murió en un extraño accidente aéreo en su jet privado el 6 de agosto de 1976, mientras viajaba hacia México.
La pesadilla comenzó allí para su mujer, Lidia Papaleo de Graiver; para su hija, María Sol, y para toda su familia. Si bien todos le sugerían que no volviera a la Argentina, regresó y, ni bien llegó a Buenos Aires, se agudizaron las amenazas.
Unas semanas después de la muerte de Graiver, su padre, Juan; su hermano, Isidoro; su mujer Lidia, por sí misma y en representación de su hija, le asignaron un poder general al abogado Jorge Rubinstein para realizar el juicio sucesorio.
Iniciado el trámite de sucesión, la dictadura de Jorge Rafael Videla, comenzó a presionar a la familia Graiver para que venda las acciones de Papel Prensa a la sociedad anónima Fapel. Esa firma era un "sello de goma" que crearon Clarín, La Nación y La Razón para comprar las acciones.
Para entender el motivo por el que los militares elaboraron un alianza con esas empresas se pueden ver los titulares de los diario el día que las fuerzas armadas dieron el golpe de Estado.
El 24 de marzo de 1976, cuando asumió el gobierno de Facto que disolvió el Congreso, la Corte Suprema de Justicia y prohibio la política y los partidos políticos a nivel nacional, provincial y municipal, los medios que crearon el sello con el que se apropiarían de Papel Prensa difundieron la información de la siguiente manera:
Clarín tituló "Nuevo Gobierno" y explicaba que "la prolongada crisis política que aflige al país comenzó a tener su desenlace" y La Nación encabezaba su tapa con un "Asumieron el gobierno los tres comandantes generales". (Ver adjunto)
Sin duda, la alianza de silencio con la dictadura que se reproduciría durante los años de gobierno de las fuerzas armadas.
El 2 de noviembre de 1976 Lidia Papaleo, Eva y Juan Graiver vendieron bajo presión sus acciones de papel prensa a Fapel, a Benito Campos Carlés por 996.000 dólares. El paquete accionario estaba valuado por el Banco Nacional de Desarrollo en 2,3 millones de dólares.
Es decir que la venta se efectuó a menos del 50% de su valor.
Sin embargo, al momento de la firma, entregaron a la mujer y a los familiares de Graiver solamente siete mil dólares.
El resto se pagaría luego de tres meses, cuando la sucesión se hiciera efectiva. El pago y la venta debía ser autorizado por un juzgado porque, entre los involucrados, se encontraba una menor: María Sol, de un año.
Cuando debían efectuar el resto del pago, el juez aún no había aprobado la venta. Por eso, los representantes de Clarín, La Nación, y La Razón depositaron el monto meses después en una escribanía.
Es importante saber, a años de ser secuestrados, permanecer desaparecidos y sufrir torturas, con el regreso de la democracia fueron liberados y, al intentar cobrar la trasferencia, descubrieron que las propias empresas que en 1976 conformaron Fapel habían retirado de la escribanía el pago por la empresa.
También fue coaccionado para firmar la cesión de las Acciones el abogado que representada a David Graiver en la empresa Galerías Da Vinci.
Ocho días después de la firma, la empresa Fapel S.A. cedió las acciones a Clarín, La Nación y La Razón.
Una vez consumada la apropiación ilegal e ilegítima, los directivos de las tres empresas de medios firmaron un pacto de sindicalización por el cual se comprometen a consensuar todas sus votaciones y la de todos los accionistas, tanto en las reuniones de directorio como en las asambleas de Papel Prensa.
Cristina Fernández, en su discurso, no dudó en calificarlo como la "obra maestra de la mayoría automática". Firman ese acuerdo de sindicalización, de voto en bloque, Ernestina Herrera de Noble, por Clarín; Bartolomé Mitre, por La Nación y Patricio Peralta Ramón, por La Razón.
Las definiciones del destino de las votaciones se tomarían en un comité de dirección que nada tiene que ver con el organigrama de gobierno de Papel Prensa. En esa instancia representaría a Clarín Héctor Magnetto, Mitre a La Nación y Peralta Ramos a La Razón.
En los últimos días, esas empresas se han encargado de difundir la importancia de Papel Prensa para algún sector que tenga interés en controlar los medios gráficos. El informe hoy expuesto demuestra que fueron ellos mismos quienes se intentaron adueñar de ese control.
Tanto medios del interior como la representante el Estado en la compañía denuncian que se vende el insumo al costo a las empresas que firmaron esa sindicatura para definir el destino de la empresa. Sin embargo, a medios de las provincias se lo entregan a precios absolutamente superiores.
Por otro lado, desde la Comisión Nacional de Valores, La Unidad de Información Financiera y la Sindicatura General de la Nación denunciaron irregularidades en el funcionamiento del directorio, falta de actas y sueldos exorbitantes para los gerentes.
La historia es trágica, con muertes como la del abogado Rubinstein y vidas destrozadas emocional y económicamente. Es la historia de Papel Prensa, de la que se retiró o fue retirado, años después, La Razón.
La empresa Papel Prensa S.A. surgió como proyecto durante la dictadura de Juan Carlos Onganía y se llamó a concurso internacional durante el paso por el Ministerio de Economía de Aldo Ferrer, en 1971, bajo el gobierno de facto de Agustín Lanusse.
Si bien la licitación se declaró desierta, decidieron avanzar con la única presentación que, según el gobierno de esa dictadura, se ajustaba a las formas de una oferta; era la que habían realizado en forma conjunta César Civita, César Doretti, Luis Rey y la empresa Editorial Abril S.A.
Así, Lanusse resolvió autorizar Papel Prensa para ese grupo de empresarios, para que instalen la fábrica de papel de diario sobre el río Paraná, en San Pedro, con una inversión de 62 millones de pesos y una capacidad de producción inicial de 105.600 toneladas por año.
En 1973, Civita y la Editorial Abril vendieron sus acciones en la empresa a David Graiver, un joven empresario argentino. De esa forma, quedaron en sus manos el 26 % de las acciones. Luego sería comprando acciones hasta 1976.
Dos años después, comenzó a recibir amenazas de la Asociación Anticomunista Argentina (AAA - triple A) por supuestas vinculaciones del grupo económico familiar con la organización política Montoneros. Por eso, Graiver se mudó a Estados Unidos.
Meses después del comienzo de la dictadura genocida de 1976, David Graiver murió en un extraño accidente aéreo en su jet privado el 6 de agosto de 1976, mientras viajaba hacia México.
La pesadilla comenzó allí para su mujer, Lidia Papaleo de Graiver; para su hija, María Sol, y para toda su familia. Si bien todos le sugerían que no volviera a la Argentina, regresó y, ni bien llegó a Buenos Aires, se agudizaron las amenazas.
Unas semanas después de la muerte de Graiver, su padre, Juan; su hermano, Isidoro; su mujer Lidia, por sí misma y en representación de su hija, le asignaron un poder general al abogado Jorge Rubinstein para realizar el juicio sucesorio.
Iniciado el trámite de sucesión, la dictadura de Jorge Rafael Videla, comenzó a presionar a la familia Graiver para que venda las acciones de Papel Prensa a la sociedad anónima Fapel. Esa firma era un "sello de goma" que crearon Clarín, La Nación y La Razón para comprar las acciones.
Para entender el motivo por el que los militares elaboraron un alianza con esas empresas se pueden ver los titulares de los diario el día que las fuerzas armadas dieron el golpe de Estado.
El 24 de marzo de 1976, cuando asumió el gobierno de Facto que disolvió el Congreso, la Corte Suprema de Justicia y prohibio la política y los partidos políticos a nivel nacional, provincial y municipal, los medios que crearon el sello con el que se apropiarían de Papel Prensa difundieron la información de la siguiente manera:
Clarín tituló "Nuevo Gobierno" y explicaba que "la prolongada crisis política que aflige al país comenzó a tener su desenlace" y La Nación encabezaba su tapa con un "Asumieron el gobierno los tres comandantes generales". (Ver adjunto)
Sin duda, la alianza de silencio con la dictadura que se reproduciría durante los años de gobierno de las fuerzas armadas.
El 2 de noviembre de 1976 Lidia Papaleo, Eva y Juan Graiver vendieron bajo presión sus acciones de papel prensa a Fapel, a Benito Campos Carlés por 996.000 dólares. El paquete accionario estaba valuado por el Banco Nacional de Desarrollo en 2,3 millones de dólares.
Es decir que la venta se efectuó a menos del 50% de su valor.
Sin embargo, al momento de la firma, entregaron a la mujer y a los familiares de Graiver solamente siete mil dólares.
El resto se pagaría luego de tres meses, cuando la sucesión se hiciera efectiva. El pago y la venta debía ser autorizado por un juzgado porque, entre los involucrados, se encontraba una menor: María Sol, de un año.
Cuando debían efectuar el resto del pago, el juez aún no había aprobado la venta. Por eso, los representantes de Clarín, La Nación, y La Razón depositaron el monto meses después en una escribanía.
Es importante saber, a años de ser secuestrados, permanecer desaparecidos y sufrir torturas, con el regreso de la democracia fueron liberados y, al intentar cobrar la trasferencia, descubrieron que las propias empresas que en 1976 conformaron Fapel habían retirado de la escribanía el pago por la empresa.
También fue coaccionado para firmar la cesión de las Acciones el abogado que representada a David Graiver en la empresa Galerías Da Vinci.
Ocho días después de la firma, la empresa Fapel S.A. cedió las acciones a Clarín, La Nación y La Razón.
Una vez consumada la apropiación ilegal e ilegítima, los directivos de las tres empresas de medios firmaron un pacto de sindicalización por el cual se comprometen a consensuar todas sus votaciones y la de todos los accionistas, tanto en las reuniones de directorio como en las asambleas de Papel Prensa.
Cristina Fernández, en su discurso, no dudó en calificarlo como la "obra maestra de la mayoría automática". Firman ese acuerdo de sindicalización, de voto en bloque, Ernestina Herrera de Noble, por Clarín; Bartolomé Mitre, por La Nación y Patricio Peralta Ramón, por La Razón.
Las definiciones del destino de las votaciones se tomarían en un comité de dirección que nada tiene que ver con el organigrama de gobierno de Papel Prensa. En esa instancia representaría a Clarín Héctor Magnetto, Mitre a La Nación y Peralta Ramos a La Razón.
En los últimos días, esas empresas se han encargado de difundir la importancia de Papel Prensa para algún sector que tenga interés en controlar los medios gráficos. El informe hoy expuesto demuestra que fueron ellos mismos quienes se intentaron adueñar de ese control.
Tanto medios del interior como la representante el Estado en la compañía denuncian que se vende el insumo al costo a las empresas que firmaron esa sindicatura para definir el destino de la empresa. Sin embargo, a medios de las provincias se lo entregan a precios absolutamente superiores.
Por otro lado, desde la Comisión Nacional de Valores, La Unidad de Información Financiera y la Sindicatura General de la Nación denunciaron irregularidades en el funcionamiento del directorio, falta de actas y sueldos exorbitantes para los gerentes.
La historia es trágica, con muertes como la del abogado Rubinstein y vidas destrozadas emocional y económicamente. Es la historia de Papel Prensa, de la que se retiró o fue retirado, años después, La Razón.