16 abr 2011

SEISIETEOCHISTAS Y ANTISEISIETEOCHISTAS

Seisieteochistas y antiseisieteochistas


No es cierto que los argentinos son los dueños de las posiciones opuestas, y que está en su genética la cíclica pelea entre anverso y reverso. No hay que ser tan ombliguistas. Blanco y negro y Dios y el diablo no tienen fronteras y andan por todas partes.

Por Orlando Barone

Aunque es cierto que nuestra experiencia cuenta en sus orígenes con aquella oposición entre Federales y Unitarios, y entre Sarmiento y Facundo o “Civilización y barbarie”. Y a partir de ahí con posteriores sustituciones históricas de los “unos” y los “otros”.

Hubo antinomias en el tango ( Troilo y Piazzolla) en la literatura ( Borges y Sabato) en el fútbol ( Menotti y Bilardo) en la Educación ( Laica o Libre) y hasta se llegó a confrontar en automovilismo entre leales a Ford o a Chevrolet y en box entre leales a Prada o a Gatica.

En la política esta confrontación alcanzó su cenit entre Peronismo y antiperonismo. Es la más grande, la más larga y la más ilógica. Porque la lógica hubiera sido peronismo versus radicalismo, o peronismo versus liberalismo etc.

Pero no, porque el gorilismo es un estado de ánimo que prescinde de ideas y partidos y su solo objetivo es ser anti y contra. El antikirchnerismo es una innovación del antiperonismo que en su increíble patología incorpora a peronistas disidentes, que en realidad disienten consigo mismos y con sus orígenes y hacen dudar si alguna vez fueron peronistas o presumieron serlo sin fundamento.

El “siesieteochismo” y el “antiseisieteochismo” es el flamante aporte del absurdo a esta clase de antinomias.

Fue el profesor de periodismo Gustavo Rosa, de Rosario, quien en uno de sus correos me sugirió la provocante idea. El observa con atención cómo se va extendiendo este fenómeno. Y más allá de lo gracioso o irónico de la idea, los cierto es que el programa 6,7,8 que se emite por la televisión pública se está convirtiendo en una nueva clase de antagonismo. Y que a la par que se expande su aprobación social, y se suman audiencias, se concentra un desatinado y desproporcionado rechazo, que pretende convertir a una creación de los medios en un inverosímil y monstruoso peligro antidemocrático.

Desde la intelectual y versátil Beatriz Sarlo, hasta Luis Majul, Jorge Lanata y Pablo Sirvén que son también “alguien” aunque no tanto; y desde los grupos Clarín, La Nación y Perfil- justificadamente sensibles por razones de peso y de “pesos”- hasta Pino “bonsái” Solanas y Patricia “plebeya” Bullrich, por citar referentes notorios, se sienten “antiseisiteochitas”.

Y “Seis, siete, ocho” es, para todos ellos, una especie de leviatán que domina los mares comunicacionales. No se entiende por qué en lugar de meterse con el leviatán Magnetto y asociados, se meten con el cachorro juguetón de canal 7. Si eso les sirve de catarsis y los reanima cada vez que se lanzan en su contra, no hay por qué quitarles esa esperanza de desintoxicación anímica. Pero no sirve.

Porque el “antiseisieteochismo” es un rencor insensato que genera adicción. Y como el abismo que se traga a aquel que se asoma demasiado pero que no aguanta sin desear asomarse cada noche a la pantalla de canal 7, termina enloqueciendo de idiotez a quienes lo padecen. Porque intuyen o saben, que aún si dejara de aparecer 6,7,8 sus efectos continuarían. Las audiencias son conscientes de haber sido violadas mientras estaban dormidas y ya saben quiénes son sus violadores.