Perón anuncia en 1946 el pago total de la deuda externa
En seis años, el Estado nacional pagó 12.500 millones de pesos y en 1952 se convirtió en acreedor de 5 mil millones. El presidente Juan Domingo Perón anunciaba el 20 de julio de 1946, que su Gobierno se proponía repatriar la deuda externa.
Al anticipar su intención a todo el pueblo, el Primer Mandatario dejó sentado que para el proceso nacionalista y popular iniciado meses antes, la recuperación de la deuda externa argentina representaba una demostración de poder e independencia en la toma de decisiones ante el mundo entero.
Tal como lo había prometido Perón, año a año la deuda fue reduciéndose hasta el rescate total que se produjo en 1952, cuando el país que seis años antes adeudaba 12 mil quinientos millones de pesos se convertía en acreedor por más de 5 mil millones de otros estados extranjeros.
Para un gobierno de rasgos nacionalistas y populares como el que Juan D. Perón inauguró en 1946, la recuperación de la deuda externa argentina representó una singular y simbólica demostración de poder e independencia en la toma de decisiones.
La medida dio consistencia a la «tercera posición» y se constituyó en un hecho de alta significación doctrinaria, en un componente valioso para la memoria oficial, como marco referencial al cual adscriben sus experiencias los sectores populares.
El rescate total de nuestra deuda externa se logró como se dijo precedentemente en 1952. El Estado peronista destacó entonces que el país deudor de $ 12.500.000.000 se convertía en acreedor por más de
$ 5.000.000.000.
El tema alimentó el discurso oficial desde tiempo atrás. Forma parte de la independencia económica consagrada en Tucumán el 9 de julio de 1947 y acompaña cada alocución presidencial desde 1946, cuando el Presidente Perón califica a nuestro crédito como «fuerte y sano».
A la luz de la estadística el período 1947-51 indica una tendencia a la baja en las tasa de interés en consonancia con la estabilidad económica, una creciente emisión de títulos de la deuda pública interna que poco atrae el interés del ahorro nacional, y una marcada disminución de la deuda externa que se salda en 1952, con el pago de m$n 12.649.471 perteneciente a las 2 últimas cuotas semestrales del empréstito argentino-británico contenido en el Convenio Roca-Runciman (1933). Se gesta entonces una situación inédita en la historia argentina desde el préstamo Baring Brothers de 1824.