21 ago 2011

JOSÉ MARÍA ROSA Y EL REVISIONISMO POPULAR

José María Rosa y el Revisionismo Popular


Por Enrique Manson

El 20 de agosto Pepe Rosa cumpliría 105 años. Además, el 2 de julio, se cumplieron 30 de su partida al Comando Celestial de los Grandes de la Patria.

Se suele decir que fue el creador del revisionismo histórico o, con mejores razones, el gran divulgador de esa corriente que denunciaba la falacia de la "historia oficial". Sería más apropiado señalar que con él, la interpretación revisionista de nuestro pasado puso al pueblo como protagonista principal.

José María Rosa fue, desde el primer momento, uno de los principales representantes de esta corriente. Pero fue la experiencia peronista, y su propio compromiso personal, lo que lo llevó al riesgo de ser fusilado, y al exilio en Uruguay y España, donde completaría la formación de su personalidad de historiador y de político.

Había nacido y se había criado en un ambiente que lo destinaba a ser, como solía recordar, anti yrigoyenista -es decir contrario a la corriente popular- y antifederal, lo que lo instalaría entre los que abominaban de Don Juan Manuel de Rosas.

Su amor a nuestra historia y su profundo patriotismo lo hicieron descubrir, en los años `30, al defensor de la soberanía, al Héroe de Obligado, al que no aflojó "un tranco de pollo" a los imperios y mereció el sable de San Martín. Del que el propio Libertador nunca había dudado "que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted sus destinos; por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado de la cuerda… cuando se trataba del honor nacional." Un 17 de octubre se había encontrado con "mi gente (la que) sentía la vida como yo, tenía mis valores, no se manejaba por palabras sino por realidades: era el pueblo, era mi pueblo, era el pueblo argentino... tantas veces mencionado en los programas de los partidos políticos y en los editoriales de los diarios... No era una entelequia: era algo real y vivo. Comprendí dónde estaba el nacionalismo. Me vi multiplicado en mil caras, sentí la inmensa alegría de saber que no estaba sólo, que éramos muchos".

Y desde entonces marchó junto a ese pueblo. Comprendió que se había cumplido la profecía de Fierro "Hasta que venga algún criollo en esta tierra a mandar", y se abrazó a esa causa con el fervor que lo llevaría a la cárcel, al exilio y a ser hombre de confianza de Perón.

De su pluma inspirada nacieron los libros que formaron la conciencia histórica de dos generaciones. Ya viejo, no se refugió en el gabinete del intelectual, sino que dirigió la revista Línea en la que llamó "pendejos" a los jueces de la dictadura, aunque poniendo la expresión en boca del rey Alfonso el Sabio, y los tildó de "subversivos y corruptos", lo que le valió una querella por injurias, que le iniciaron Videla, Massera y Agosti.

No se atrevieron a desaparecerlo, pero así como se había jugado la vida con Valle contra los fusiladores de 1956, seguía poniéndose en la línea de fuego, cuando los dirigentes políticos actuaban con comprensible prudencia, porque los castigos eran terribles.

Cuenta Alberto González Arzac, su abogado, que "íbamos a las audiencias como quien va a la guerra... (lo recibía) un juez del proceso que presentaba en todas sus paredes fotos de él codeándose con almirantes, generales y brigadieres. ...Y ¿cuál era la reacción de Don Pepe? ...no perdía el humor y decía `El gobierno del Partido Militar´... A mí me corría frío por la espalda y él ni se inmutaba... todavía desaparecían personas... y ¡Don Pepe, con ese par de pelotas que tenía, manifestándose allí de esa manera!" Ahora, cuando más vivimos los valores que defendió, los hombres de la historia establecida lo quieren condenar al peor castigo que puede sufrir un historiador: borrarlo de la memoria.

Pero si nuevamente han venido "un criollo, y una criolla -antiguos discípulos suyos- en esta tierra a mandar" es hora de rescatar aquel reconocimiento de 1969, que decía: "Los argentinos tenemos con usted una inmensa deuda de gratitud, por habernos puesto en el verdadero camino de la Historia Patria y habernos evitado la vergüenza de seguir transitando entre falsedades e injusticias." Firmaba la carta Juan Perón.